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    El salón quedaba en Del Bañado y Corrales; creo que esa calle ya no existe como tal y su magia, tampoco. Amaba ese lugar, el paredón de enfrente y esa esquina enorme como pocas esquinas, con un techo inalcanzable y paredes celestes llenas de estrellas, llenas de fotos que contaban historias, algunas estelares y otras estrelladas, pero eso hoy no importa.

    Pareciera que mientras escribo suena de fondo "Sur... paredón y después..." como un cántico ancestral. ¿Quién me manda a zambullirme en este mar de recuerdos en sepia con gusto a tangos que no canté? En fin, me salgo de ahí, era para darle contexto al relato. No, no sonaba ningún tango, a lo sumo algún hit noventoso, el ruido de los platos o el murmullo de los grandes conversando mientras comían y los chicos jugábamos.
La cosa es que, en medio de su propio festejo, se hincharon las bolas y se fueron, sin más preámbulo ni “chau”. Guau. En esa época no existían la tristeza ni los problemas para mí, usaba vincha y jugaba debajo de una mesa cuando, desde ahí, la vi irse junto a su amor, de la mano de la rebeldía. Guau, de nuevo.
Desde ese día que no la veo, pero si nos encontráramos frente a frente, calculo que nuestras miradas estarían más o menos a la misma altura hoy. Pasaron años. Muchos. Tantos.
Alma ya lo explicó muy bien, cómo nos volvimos a encontrar, fue después de un knock out de la vida, no hace falta mucho detalle, estaba en la lona cuando me encontró. Lo bueno del reencuentro, de reconocernos, de volver a conocernos es haberlo elegido. No sé si es consciente de lo que destrabó nuestro reencuentro transoceánico. No sé si sabe que el hecho de que leas estas trescientas cinco palabras, aquí, es gracias a ella.

Comentarios

  1. Estoy literalmente llorando...
    Tengo tantos recuerdos de ese lugar, de esas paredes que me vieron crecer, de todos y cada uno de los que por ahí pasaron... también de ella y después de vos, Pequeña Raquel.
    Esa fue la última vez que nos vimos, hace poco más de veintisiete años... y si bien cambiaría sin dudarlo el motivo por el que nos reencontramos, hoy lloro emocionada y feliz de haberlo hecho y que juntas hayamos elegido construir este lazo.

    Ufffffffffff... podría escribirte hasta mañana y, aún así, no creo sería capaz de expresarte toda la emoción que causaron tus palabras, todos los recuerdos que has disparado... un besote enorme y un abrazo muy muy fuerte, que más pronto que tarde te daré de persona, es una promesa!

    (PS: ...y cuando suceda, cuando nos encontremos, iremos juntas hasta esa esquina, recorreremos esas calles de Pompeya que tanto dicen de nosotras y nuestra historia)

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  2. Me emocionó también !!! qué lindo es cuando alguien ilumina el andar...besoss

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